PROSTITUCIÓN. Entre la
vida y el recuerdo me debato, en bruno fanal conspiro, rumio, migro de desdén a nimbo, asevero lastres, desafino el rumbo, a trepar, ni tocan. A lucir de blanco la trena larga, el paraíso incompleto, el roncar amundo
que al salivar se animan. Es el primer clarín, el azote. En la vida se apagan los fierros y nadie asoma un músculo al dogal que las hojas destrozan, dicen, los recuerdos y los perniles en dosel se orean. La vida es un recuerdo sin manías que desmerece de manes y acebuches, una reliquia sin futuro oliendo a pasto de almiar y rosa de papel queriendo suplicio. La vida no es más por desesperanza. El recuerdo inventa la memoria, el salmo hierve, la razón se quiebra en el susto procaz de la nostalgia y todo y nada son recuerdos y menos cuatro, la vida; impera el probo deber de atar futuros, en la encía, en el caneco, en las acacias del otoño que se dejan callar para seguir naciendo.
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