¿Dónde estás, amor?, ¿a dónde has llevado el perfume de tus manos?, cuando empieza a doler la ausencia y la valentía no es capaz de soportarla recuerdo tu perfume de la última tarde, aquel que te manchaba las manos de ternura y escribía los besos en mi cuerpo miedoso, cuando los fantasmas ya se fueran y quedáramos los dos recobrando la respiración y te apeteciera contarme las cosas sin importancia vividas en un vuelo de palomas con alas de distancia. Aquella última tarde que te sonara a silencio el primer golpe en la puerta y estuvieras para enseñarme cómo amas. Y las sonrisas de la misma tarde por disimular el placer para que nadie oyese que nos amábamos. Pero ¿dónde estás ahora, amor?, si de aquí no me muevo y nada es capaz de moverte de mi sangre. Y nada se me ocurre para traerte y romperme de cuajo la tristeza.
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