AZAHAR EN EL ASFALTO
Solo que existe un límite también para
el asfalto, un límite azul que disimula una estancia cerrada, el límite del
diezmo; el sitio está dedicado al vehículo y también el pago, nunca para su
custodia, siempre por ocupación del espacio; el propietario abona su cuota y el
azul le protege, como si de un manto celestial se tratara, el azul le protege.
Esa zona azul, llamada protectora, está
primaveralmente distinguida por naranjos y estos a su vez cuajados de azahar y
en castigo a mi olvido de ayer cuando no pagué el diezmo necesario, me
sorprendió el agente con su multa de rigor y empeño y el naranjo, ajeno a este
proceder pero atento a mí, me puso flores de azahar encima del manto metalizado rojo de mi coche, dejándome un mensaje sensual ininteligible para el asfalto.
Ramón Llanes
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