PAZ
SOCIAL
Mirando
el panorama de la ciudad, de la provincia, del país, del mundo,
inquieta la escasa paz social que nos reina. De esa paz pequeña, de
la de casa, de esa paz estamos faltos. La quietud mediática, la
calma laboral, el sosiego político, bienes protegibles de los que no
somos capaces de gozar. Y necesitamos meternos de lleno en esa paz,
de esos ingredientes que a la postre serán los imprescindibles para
que la paz de espíritu también se haga a nuestro hogar con vocación
de permanencia.
Entendíamos
que los estados de derecho deberían conformar y confirmar la tutela
del ciudadano en todos sus órdenes, y no es así; a cada paso, esos
miembros ocupados en protegernos, aleccionan violencia dialéctica,
enfrascan tormentas de escándalos, desembalan las cajas de los
truenos, se pelean y consiguen que nos alteren la paz social, la
convivencia. No ejemplarizan, no trabajan para sernos guardianes; se
dedican a consternar, a crear discordias, a foguear los plenos, las
calles, la prensa; se dedican a hacernos, cada vez, la vida menos
pacífica siendo su misión, como creíamos, exactamente la
contrario.
No
somos merecedores de padecer las inclemencias, los insultos ni las
descalificaciones de los políticos. Que se dediquen a preservarnos
contra ellos, que nos reserven la concordia, el bienestar, la paz que
necesitamos. Y estarán cumpliendo mejor con su deber.
RAMÓN LLANES
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