OTRA
PÁGINA ABIERTA
He
buscado, de la amistad, los ritos enjaulados en los pocos años, la
pasión por todas las cosas, la adoración a los buches de guitarra,
la mezcla de cansancio y fútbol en las tardes de los descansos, el
colegio-escuela en un mirador inmenso y constante; he buscado las
caras juveniles de los mis amigos que se columpiaban conmigo, reían
por mí y soñaban al mismo compás que latían nuestros barrenos,
corta vieja abajo.
A
todos los amigos del club he localizado en los años de la madurez,
quizá me quede alguno lejano que no atino a conseguirle el actual
destino. El martes, de noche, mi primote y también amigo Rosendo,
llamó al alma para dedicarme con su entusiasmo el teléfono de
nuestro común amigo Manuel Fernández Delgado, a quien el tiempo se
había llevado al silencio de Madrid (si es que existe silencio en
esos lares) y se nos aparecía íntegro, solo a un golpe de botones
de móvil para más acercarlo.
Nos
hicimos bien, aquella nublosa noche del martes, en encontrarnos para
devolvernos mutuamente el abrazo, la sonrisa, la canción y la
guitarra; para recomenzarnos las esperanzas de la amistad, como dos
niños que quizá desearan continuar siéndolo para salvar aquella
memoria de nuestro Tharsis mitológico de tantas ensoñaciones y
recuerdos. Henos aquí, amigo Manolo, como si el tiempo hubiera sido
un pasamanos y la distancia un soplo; henos, sin mutaciones, sin
predicamentos, sin estrategias, sin complicaciones, solo con el calor
afable que nos insufló aquella vida febril de nuestra tierra.
Desde
ese instante quedó otra página abierta, para que desde ahora
sepamos llenarla de borrones, gritos, cantes, risas, paseos; abierta
a nuestro entendido desorden de jinetes sin bridas, abierta
osadamente a la amistad, como antes. Así desde la mirada cómplice
al infinito, luego la palabra, luego el abrazo; como siempre, amigo.
RAMÓN
LLANES. 25.10.2012.
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