HISTORIAS
DE OTROS
Si
cae la tarde se muestra un ocaso que aparece de una genialidad.
Nosotros estuvimos presentes en el último milagro de los colores
pero fuimos a repetir los lugares en un semicírculo de ironía, la
luz no se apaga, se enciende otra. El general ascendió desde la
reserva, se le agrandó el sueldo, le llegaron más medallas, limpió
los sables, había quedado un hueco vacío en aquel ocaso de
jerarquías y le tocó permitirse doblemente una misión a continuar
acariciándose el bigote con más galones; un experimento no guerrero
pero sublime para él, acostumbrado a tanta pérdida de tiempo y
ninguna actividad.
Con
cierta sutilidad, indeciso y ambicioso, acabó su discurso en el
ateneo, proponiendo a los asistentes, -próceres de adicción-
remediar la mendicidad con tapones de papel que ocultaran para el
gremio de turistas las caras y harapos de cuantos ensucian el paisaje
por su cualidad como ciudadanos de menos diez que convierten en vida
cualquier alcantarilla y molestan el tránsito habitual. Aplaudieron
y nadie culpó de ello al tal imbécil, culparon a la palabra.
También fue un aparente ocaso, se habló de aquello que alentó la
fusta del tiempo.
Dónde
estarán ahora los miembros de la Asociación del Crepúsculo Roto,
que, como excelentes católicos apostólicos, pulsan cada mañana el
botón del “quitar” y denuncian a los bichos vivientes que operan
en la versatilidad de sobrevivir a base de desvivirse en cada rato de
hambre. El flujo del recorte ha dejado de ser una metáfora y ahora
la metáfora es excepción. Estos caníbales del Crepúsculo Roto se
alimentan de desgracias ajenas y visten con la piel de los muertos.
Otro milagro generado por el ocaso de los derechos, como bien
jurídico próximo a extinguir. “Era imprescindible hacerlo, nos
estaban desacreditando”, dijo el jefe.
Yo
no he venido a maldecir, mi ocaso me requiere lírica constante; en
mi atardecer de cada día tampoco hago pronósticos, vivo en esta
comunidad que se amedrenta y subsiste y va a continuar gozando de los
ocasos y buscándolos a cualquier precio, a pesar de la niebla.
Ramón
Llanes. 16.6.2013. publicado en digitalextremadura.com
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