ESTELA
RENGEL
PRESENTACIÓN
EN RECITAL 1900.
Si alguna vez te encuentras con una
dulce solitaria que escribe como el diablo escribiría en sus momentos más
lúcidos, que no busca del todo la misma belleza que los demás, que indaga en lo
cotidiano para elevarlo a la factura más costosa de la sensibilidad, que se ríe
de una parte del mundo y adora la otra parte, que ama por convicción y no por
compromiso, que suele partirse la cara por sus enfermos, que llora por la
desarmonía y porque alguien no sepa aceptarla, que se vuelca con las metáforas
como si estuviera sondeando lo inaudito de la gramática, que pulula, se posa,
se hace sombra, sueña, se conmociona, persigue utopías, anda a su gusto, se
pinta el alma del color del pelo o se pinta el pelo del color de al alma, que
se interesa por descubrir un paraíso en cada instante, que se emociona mirando
y no canta por temor a ser desahuciada de la fila 34 o de la ventanilla de la
estación más lejana, que escribe como si dios no existiera y existe aunque a
veces no lo parezca, que habla muy poquito porque todo lo cuenta con la mirada,
que se mantiene viva a pesar de los envites, que lucha con la complicidad de su
madre y de su conciencia, que no admite tonterías, que se vislumbra como un ser
humano imprescindible, si alguna vez te encuentras en un abrazo a alguien que sueña
las minúsculas que luego transforma en mayúsculas o si te tropiezas con un
extraño entusiasmo parecido a un poema que se hace sentir con todos los
sentidos, si tienes la suerte de encontrarte con la virgen María en un lugar
donde sean los altares de inyectables con olor a alcohol, a gasas de cuidados y
a yodo con ternuras, si alguna vez se te pasa por la mente la vida y te
encuentras de pronto con la humanidad entera, te estarás encontrando con Estela
Rengel y empezará a quererte.
Ramón Llanes. 6 Febrero 2020.
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