Elegimos el crepúsculo, la última luminaria
de la blonda cenital del tiempo,
de aquel tiempo de octubre
que ponía los árboles del color de los geranios
y el agua como con ganas de irse,
que ponía la tierra amarilla y verde
con sombras secas de un gris pelado
tirando a escondite
y ponía, octubre, el cuerpo del sapo
a la intemperie de la maleza
y el caracol al viento y empezaban a salir
los gusanos a la llamada del grillo
y parecía que empezaba el universo.
Elegimos para el recuerdo
ese octubre de gatos gemelos,
estorninos, búhos y castaños,
ese octubre de pasión medida, anhelo fiel
y pasos sin prisa. Ese octubre
de luz de tránsito.
Ramón LLanes
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