EL PARAGUAS
Nunca he sabido perder un paraguas. Las
ocasiones que me han propiciado el destino y el olvido son incontables; no me
ha faltado el riesgo, he deambulado a diestro y siniestro por lugares diáfanos
y por recovecos, me he sentado en bancos callejeros, he viajado, me he mecido
por las distracciones de la voluntad a mi propio antojo, siempre con la
intención funesta y subconsciente de perder el paraguas, y nada.
Mi paraguas marrón me lo regalaron una
tarde de lluvia y aquella tarde dejó de llover de improviso; mi paraguas tiene
el pedigrí de mis manos, mi olor inyectado, conoce las calles que ando, las
paredes que miro, las caras de las gentes con las que me sostengo la vida. Mi
paraguas lleva conmigo más tiempo que una eternidad y me conoce y sabe tratarme
con delicadeza de objeto.
Ramón Llanes
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