ERROR Y CONSECUENCIA
Chaplin acuñó para la historia aquella
frase de: “no quiero renunciar al dulce placer de equivocarme”, y muchas
tendencias posteriores la tomaron como un lema de actitud positiva. Tiene su
razón porque del error siempre se detrae una consecuencia para la corrección y
el comportamiento se hace a apretar los dientes y procurar acertar la que
pudiera ser la próxima vez. Mantenía Chaplin, -más allá de la idea de la
mejoría que el error produce en los seres humanos-, que ser conscientes de un
equívoco contiene una especial profundidad en el mensaje y una dosis de
escalofrío que incita a un placer espiritual cargado de sensibilidades y
proclive a generar un sentimiento de aceptación o auto aceptación de sí mismo
que ocasiona fuertes estímulos.
Otras teorías sobre el error han
rechazado tal slogan y consideran que
para determinar desde la conciencia lo positivo o relativo del error es
imprescindible valorar el daño ocasionado por la consecuencia de dicho error.
Porque las consecuencias pueden quedar solo en el ámbito personal y no tener
repercusión negativa en trabajo, arte, política o enseñanza, pero también
pueden ser causa grave de malestar para uno o para muchos hasta tener una
influencia desastrosa en los destinatarios. Y sobre todo porque en muchos casos
quizá no se presente una próxima vez. Y hablamos solo del error consciente,
profesional y humano en tareas transcendentes que el error del subconsciente o
aquel que se califica como imprudente, tiene un largo recorrido en cualquier área
de la vida y más en concreto en el ordenamiento jurídico.
Para llegar a una conclusión más o
menos empírica,-que nunca se conseguirá-, se precisa obtener una información
detallada desde cualquier ángulo, manejando todos los elementos que intervienen
o intervinieron en la consecuencia. Es clave profundizar en el resultado del
error, si este produjo simplemente un enfado en un alguien genérico o si en
realidad ocasionó consecuencias de difícil o imposible reparación. De aquella
buena sugerencia de Chaplin a otras de menor calado intimista y romántico y más
repletas de realismo media un galimatías que sin remedio juega en todas las
órdenes y se vicia o se resalta según la sinrazón que produzca.
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