EL JARRÓN
Le llamé para una foto, quise inmortalizar a la tarde con el jarrón dentro o al jarrón con la tarde, quise cuanto no pude porque al primer asomo de brisa, justo en el sitio deseado, con sus flores secas y sus lindezas cayó en un susto hasta romperse del todo. Más que pensar en tragedia recordé su vida, le tuve en memorias de adorno desde tiempos largos, pasó por las manos dóciles y tiernas de varias generaciones, presidió acontecimientos importantes y en muchos días fue regazo de dádivas de unos seres a otros; ahora llenaba de trozos el suelo y seguía siendo bello, cada pedazo era una evocación de virtuosidad, en cada uno de ellos estaba su gloria; parecía roto mientras asomaban cien jarrones más con la delicadeza de sus recuerdos en el pequeño hemiciclo de su alma. Incluso le intuí la última sonrisa cuando le acaricié al recogerlo para llevarlo a la otra quietud, ya sin boato, sin ocupar el rincón preferido de la casa, ya sin miedo a volver a romperse y nos despedimos sin apenas olvidarnos de la complicidad amable de nuestras existencias; pasará conmigo también -le susurré- me caerá la brisa del tiempo y me llevarán al borde del olvido.
Ramón Llanes. 31 julio 2021
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