ROSAS DE MIEL
Me acude a la memoria la rosa de miel como poema cierto de sabor y estética que los seres humanos de mi tierra elaboran con la paciencia en los ojos y la prisa en las manos, que la resucitan de la nada como presagio de veleidad a modo de pueblo; la rosa de miel sabe a calleja, a temporal, a calma, viene y va por los cestos poniendo asombro en las casas, desde siempre, desde que me conozco, desde que me permitieran el primer lametón siendo zagal; ahora se me acostumbró a estar conmigo. La rosa de miel, misteriosa y solemne se sostiene en la repostería de las grandes orzas, exacta y perfecta para ser dulcemente devorada por cuanto aporta y engrandece. Este manjar, que parece que no se hace sino que nace de complicidades entre mujeres, esconde una simbología emotiva en Puebla de Guzmán cuando los Mayordomos de la Peña tienen la mística misión ancestral de invitar al pueblo a las funciones de celebración y comparten con cada uno de los vecinos su gozo enviándoles en canastos de mimbres unas rosas de miel hechas en la casa con rituales de devoción. Así se testimonian a la vez la convivencia, la amistad, la alegría y el amor. Gestos que el tiempo conserva como oro en paño y que los puebleños adoran y custodian como un rico patrimonio. Honor a la rosa de miel y a las personas que la nacen.
Ramón Llanes 16 julio 2021.
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