LA DIGNIFICACIÓN DEL
FÚTBOL
De las miles de lecturas que nos
pudieron ofrecer los protagonistas de la final del mundial de Catar a los
aficionados al fútbol me atrevo a emitir la mía personal como un simple
observador gustoso de esa realidad tan exigua e inútil para unos y de tanta
belleza estética para otros; me encuentro entre los últimos, ya me encontraba
desde siempre pero el domingo me ratifiqué escandalosamente más al ver el
segundo gol de Argentina y hacerme saltar del asiento aquel virtuosismo. Podré
decir que todo el espectáculo fue bello, que la grada puso el empuje, que los
franceses fueron unos perfectos adversarios, que la estrategia venció a la
táctica, que se tradujo todo aquello en la inusitada puesta en escena del mejor
concepto fútbol; todo esto puedo admitir, me quedo con todo, me supone un alto
grado de admiración reaprendido desde el inicio hasta el final de la contienda,
me quedo con todo pero el alma me hace destacar más que nada, la pasión,
en el citado envite. De haber faltado pasión hubiera carecido de entusiasmo. En
muchas ocasiones anteriores pudimos comprobar en las canchas la escasez de
pasión que comprometió a la pérdida de fantasía, al tedio y a la vulgaridad;
pero en la final surgió la mayor de las dosis pasionales por parte
principalmente de la escuadra albiceleste de tal manera que vino, de nuevo, una
vez más, a dignificar el sentido más excelente del fútbol. Gracias.
Existirá un antes y un después
para este deporte a partir de esta fecha límite del 18 de diciembre y ya no
estará permitido especular con la posesión rácana, el cerrojo, el resultadismo,
el negocio de la fuerza; desde ahora primarán nuevos cánones; hemos llegado,
merced a esos argentinos de Catar, a volver a naturalizar el balón, el regate,
la perfección, la habilidad, la sorpresa, la pasión, el compromiso, quizá tal
cual fueran concebidos por sus inventores, que por cierto alguna parte
argentina llevarían en sus genes.
Ramón
Llanes. Huelva-España. 19.12.2022
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