ASUNTOS TRISTES DE LA MINA
Un día de dios los feroces hundieron en la tierra
las manos de hierro
y cesó la poca risa y cayeron a la nada las paredes,
la mina se comió de un bocado las luces del pueblo,
engulló sin respeto las casas
y acabó con la mitad de la vida o del espíritu
de la vida que ondeaba
aquel lugar sagrado de músculos y escuelas.
No supieron destruir los recuerdos que aún persisten
en los acuíferos que alimentan las memorias
de un universo tan sobrado de pasión y emociones.
Siempre sobró agonía y faltó rabia
para ordenar más que los sentimientos, la batalla.
Para más que olvido
dio la piedra gris que rifó sustento
para deshacer el hambre
y pudo tanto como un delirio agrandar las bocas.
Ramón Llanes.
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