LA LIBERTAD DE REÍR
Parece que la nebulosa política nos desvía claramente del sentido del humor, que ya no se oyen chistes en las calles, en las reuniones y en los bares. Parece como si, poco a poco, se fuera perdiendo esa seña de identidad de nuestro carácter. Presumo que no es así pero sí he notado que la cuota de participación que teníamos en la gracia disminuye o al menos se limita a situaciones muy especiales. Ánimo, no podemos mostrar síntomas de apatía frente al humor. Reír es un alimento imprescindible para el estado de bienestar aunque no conste en los requisitos ni en las estadísticas ni en los tratados de psicología.
El círculo de mentideros que genera toda esa cantera de cosas graciosas sigue tan vivo en nuestra vida como la propia luz, como la hospitalidad o la alegría. La aparición de otros elementos distorsionantes no ha de evitar que la conversación se encamine al último chiste, anécdota, gesto o “golpe”, la raíz está comprometida y no han desaparecido las gentes simpáticas que tienen gracia para hacernos pasar ratos de tanto agrado, que también reír evita arrugas y penas.
No se olvide que “comedia es igual a tragedia más tiempo”, así se restauran aquí los motivos para la risa, la guasa y el buen humor. Y escribo de esto después de recordar a todos aquellos amigos que me hicieron convivir amablemente con la liturgia de la risa y que ya dejaron este escenario. Hoy, tú y yo, nos reiremos juntos de tanta seriedad.
Ramón Llanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario