TECLAS
Quien inventara las teclas sabía de ternuras y tal vez buscara algo menos de cuanto consiguiera. En este instante nos acariciamos, ellas me obedecen presurosas y convencidas de una eficaz misión, ellas y yo tenemos una conciencia que observar y un mensaje que distribuir, nos ponemos juntos, nos encendemos, nos miramos como cómplices en la escritura de la vida e intentamos ser felices e implicar también en la felicidad a quienes tengan la curiosidad de leernos, y solo pretendemos -cuando yo ordeno y ellas ejecutan- que no exista verdugo ni vencido y que las palabras puestas con su mecánica y mi voluntad respondan a llamadas de bienestar a sabiendas de poder celebrarlo más tarde en las otras teclas negras y blancas del piano como continuación al afecto y al honor. Quizá para que alguien piense que nos nacieron -a las teclas y a mí- para expresarnos y entendernos, es algo sensual.
Ramón Llanes
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