COMO UN ADIÓS
Y sonarán cañones de batallas, sables de venganza batiéndose
entre los bastidores de las persianas blancas
y los escondites de la noche
que habían muerto de amor con tres arañazos de ausencias;
y serán enterrados con estiércol de púrpura y cenizas de óleos
en una fosa predilecta con el solo epitafio: “los amantes”,
sin lápida de mármol ni nombres,
solo el eco de la libertad entonado
a coro de avispas en el sepelio.
Y acudirán, -seguro-, las flores, el atardecer,
los hijos de la luna, la perseverancia, la melancolía,
los muertos de Palestina,
el brillo de los ojos de ella en cristal con mancha de labios,
huellas de él,
la sombra, la paz que les hizo, el calendario de días compartidos,
las verdades, los renglones que se escaparon
de las hipotenusas de la vida, los apuntes de sufridas maldades
y un calendario con la memoria de todos los besos.
Rllanes
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