TIEMPO
DETENTE
Me
acude la rémora perfecta de lo imposible, llamando a la piel en
tarde ocupada de versos, para dedicarme mensaje ideal, para que los
témpanos, la frialdad de la razón o la inmisericorde osadía de los
humanos nos pongamos a detener el brío del tiempo. Hicimos con
soberbia un sentimiento de acomodo usurpando las leyes naturales y
conseguimos la bruta realidad de entretener al minutero en un crespón
semioscuro del día que empezaba a llenarse de noche. Y el tiempo
paró sus inclemencias y sus solsticios, se deshizo de su gresca,
desnudó su parte íntima, gritó como un cualquiera e incluso se
odió un rato mientras componía una melodía nueva que inventaba en
un pentagrama donde todas las notas respondían al concepto de
do-paz, re-paz, mi-paz, fa-paz, sol-paz, la-paz, si-paz y la música
sonaba como el agua.
Fue
una pócima, se hizo un manjar y la estulticia voló hacia donde
fallaba la cobertura y los espacios cubrían su insolencia y no
llegaba con el aire el hedor de su imperio. Se había detenido el
tiempo al mandato o solicitud, las cosas comenzaron a moverse,
pararon las máquinas, lo relojes, la enemistad, la altivez, las
guerras; y el tiempo boceó con la sonoridad del viento la melodía
que los hombres nunca supieron tocar y la vida se descompuso hasta
doler.
No
había soñado, el tiempo quedó inútil por la capacidad general de
los adeptos al cambio, se modificaron las asignaciones de los
poderes, se culparon a los verdugos y los mismos hombres que lo
detuvieron lo echaron a andar solo con la inercia de la música y
comenzó a parecer otro tiempo, otra vida.
Ramón
Llanes. 11.3.2014.
Publicado en huelvahoy.com
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