FALTA ALGUIEN
Una
mesa preparada al uso de las opíparas cenas de antaño, el mantel guardado en el
cajón de oro de la abuela, la cubertería de plata, el rigor en el vestir con
los grandes escotes y la petulancia, podría ser el paraninfo de una efemérides
definitiva en el acto de vivir. Todos fueron llamados en la parentela y los
añadidos adláteres, el boato propio, el cuerpo esperando el festín, las
lámparas de mármol y las paredes de cristal; ni una escasez, la ocasión
requería el buen gusto y la disciplina imponía una teoría conductual afín al
momento. Antes se pretendió inmortalizar la escena con una foto y nada se
escribió de cuanto pasó después, solo que al revelar el carrete se observó que
faltaba alguien en la mesa y se tardó un siglo en determinar que el ausente que
no aparecía en el reportaje era el fotógrafo.
Ramón
Llanes 7.1.2021.
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