RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

sábado, 16 de enero de 2021

DON NADIE

 

DON NADIE

Muerto pero mío, encerrado, tímido, loco; perdió los papeles del paro, acarició la escalera, volvió a sus sueños y desapareció luego de haber comprado pastillas para el olvido.

De pronto durmió tres noches en la soledad de la ausencia, calle arriba, sin cansancio ni futuro. Ahora piensa que ha llegado a ser un importante Don Nadie en el suburbio de los miedos y canta que se ama, muerto pero mío; su decencia le impidió deshacerse de presente y tiempo. Su educación, depurada y técnica, como una obra de Velázquez, le aprisiona en ámbitos de bienestar que tal vez tuviera en vidas anteriores; es un genio de la falacia, un trincón honesto con tripas de algodón que no acusan los golpes de la calle, es un bufón de los credos pero sigue con su cartel de don nadie colgado en los ojos.

Si hubiera elegido ser cartero, aún estarían las cartas en el buzón, sin entregar, sin abrir, solo observadas y vistas por él; si hubiera sido payaso contaría las verdades de sus semejantes y las mentiras suyas; si hubiera aprendido a leer sería un inculto con certificado de primaria; si se hubiera dedicado apasionadamente a la política habría llegado a lo más alto, sería senador, portavoz, presidente de varias comisiones, llevaría su nombre una plaza del pueblo y se jactaría en los foros más íntimos de cobrar dietas dobles y tener cinco amantes. Pero eligió vivir y se ha quedado en carcelero de sí mismo, más don nadie.

Ni a dormir que se pusiera le respetaran las moscas; ni para romper un plato han de llamarle al brete. Está , pero es opaco, inocuo, pusilánime, aire.

Ni le envidian ni envidia; ni le buscan ni le aprecian ni le echan de menos. No le vieron en la segunda instancia rellenando la página del placer, se quedó en los renglones de saber sonreír y a eso se apega, fanático. Acaso usted le viera en la tarde semipálida del jueves, esbozando palabrerías repetidas, anunciar que había decidido ser galán en un documental sobre El Serengueti; no existe otra constancia de su marcha salvo un graffitis en rojo a la puerta del último lugar que fuera su paradero, donde imprime “muerto pero mío”, con una firma que dice “don nadie”, y olvido.

El público se ha desentendido de su existencia, - en el transcurso de su sueño-, claro.


Ramón Llanes.

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