RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 21 de enero de 2021

BAILAMOS?

 ¿ BAILAMOS?

 

 

         El baile ha comenzado. Los asistentes visten de un riguroso blanco, las paredes son altas, transparentes y con preciosas cortinas, la orquesta tiene un director de agrado. Hay muchas gentes, muchas, una lista grande de gentes que aspiran a entrar en la danza, y quienes han organizado este evento del baile  permiten más personas y la música rompe gratamente el silencio y se hace solemnidad de convivencia en la sala; todos visten de un riguroso blanco, todos han quedado lejos del murmullo lloriqueado de la infamia.

         La vida ha comenzado. Hay un hilo sin límite que une unas historias con otras hasta llegar a un punto de extensión inusitada, todo atado a un sueño. Han entrado en la vida de aquí, -en esta de pintores excelentes y humanos en general con altos grados de inteligencia-, gentes de otra gleba, de la de arriba, que no conocen cómo se enmienda un entuerto ni de qué color son las miserias; y han empezado a romper sueños, a callar la música y a imponer una melodía de palacio ininteligible para estos soñadores.

         Y el baile se volvió un caos de trampas que los sonrientes y soberbios poderosos de la gleba alta pusieron en las escaleras, en las puertas y en los asientos; aquello enloqueció, y era la vida más que un baile de tristes, se confundía la vida con el baile, el baile con el paisaje, la trampa con la vida, se confundían ellos que creían pertenecer a la solución y chocaban con el problema hasta que el baile y la vida acabaron siendo miles de problemas para los asistentes al salón. Había gentes, muchas, muchas personas en clases de desolación de cuatro a diez pidiendo otra danza para otra vida; ellos acosaban y mandaban y suprimían y amenazaban con matar el baile y nadie pudo enseñar sus pasos y sus movimientos; y nadie pudo avivar su melodía de vida y sus sueño de bienestar y capacidad para participar en la canción que iniciaba la alegría del baile de sus vidas. ¿Bailamos otra vez?.

 

 

         Ramón Llanes. 

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