EL ERROR DEL VOTO
Dadas
las circunstancias y vistos los efectos del voto -a veces tan nocivos y
tóxicos- sería confortable evitar estas
adversas formas de llegar a la democracia, inventar alguna otra manera para
elegir a los representantes del pueblo y establecer pautas distintas; ya se ha
evidenciado que así no funciona el sistema. Primero por no estar debidamente
legislado el protocolo que debe evitar tantas elecciones juntas y segundo para
que nuestro voto no sea una ficción, una entelequia parecida a la quimera que
adquiere razón de servilismo del votante al votado a quien se destina. El voto
es un error porque no atiende la expectativa que provoca, porque deja de tener
cualidad desde el momento en que se emite y porque se le pierde el rastro y pasa
a propiedad de otros para con él modificar la vida del votante a su descuidado
capricho.
El
voto es un error, como es un error comprar leche y observar que no te vendieron
leche; o adquirir una moto que no fuera una moto; o pertenecer a una Peña del
Betis y darte cuenta que es una Peña del Sevilla. Con el voto también te dan
aquello que no es, lo que no te anunciaron en la caja, una mentira que altera
el sentido común. Con el voto nuestro, alguien roba, otro alguien se hace
importante, otro prevarica, algunos perciben unas pensiones desorbitadamente
injustas y otros se pasan la responsabilidad por el olvido. Esos son los
resultados del voto nuestro. Para que así no sea habrá que inventarse otra cosa
y no seguir a peor.
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