MORIR ES UN COLOR
Cuando a un lector habitual le
llega la posibilidad de echarle el gancho a una nueva novela de un autor que
admira no se pierde un instante para devorarla y aunque se ande en mil horizontes con la vista más
pendiente que la de un gato en una matanza, se enfrasca en esta nueva propuesta
del amigo Mario y se mete hasta las trancas en estas cábalas viviendo en el Vázquez
Díaz para saber de ella.
Escribir ahora una acertada
crítica es más difícil que escribir la novela porque la narración ya tiene su
molde hecho y sobran los pensamientos posteriores pero buscarle otro pie parece
irresponsable e irreverente y por ello solo me atrevo a decir que quien lo hizo
sabía lo que hacía, que tuvo la necesidad de escribir una historia de amor y
dolor y en pocos trazos, empleando el diccionario en su versión menos
empalagosa y yendo a cada grano sin remilgos románticos ni estridencias amorfas
del sentimiento, lo logró, y que se empeñó en devolvernos -ya hecho- un libro sobre
la cotidiana ternura, algo nada esperpéntico ni tenebroso y sin embargo bello.
¡Qué buen hallazgo!.
Ramón
Llanes 3.3.22
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