MISIONEROS
No
bastan voluntades crecidas, misericordias eclesiásticas, consejos obispales ni
reflexiones continuadas con silicios y oraciones. La lejanía es nebulosa
insuperable si las distancias se tratan con falta de respeto y más las
consecuencias de la huida.A veces huele a huida, misiones se encuentran en cada
barriada, en cualquier portal, en casi todas las casas.¿ A qué cuestiones responde
la huida?, ¿ huir de qué y de quiénes?. Son problemas de la propia conciencia
que las admite o las rechaza a su puro gusto, contagiadas por un placer de
heroicidad inconmensurable , indescriptible. Preguntemos a ellos que dejaron
pared y amigos y desafiaron cantos de sirenas con los sobornos de su lindo
bienestar en Occidente, preguntemos a quienes les recibieron con llantos y
mocos en las perdidas zonas de las miserias adonde el viento se lo piensa para
llegar.
Y
ellos plenipotenciarios de la pasión y mecenas de si mismos, con espíritu a
prueba de tentaciones, conscientes de las necesidades de la sociedad, se han
hecho al gusto de las carencias y se preocupan de gastar tiempo y vida a una
dedicación poco rentable. Se ajustarán a la entrega como misión y de ella harán
oficio y pensamiento colaborando con el ideal de una filosofía que contiene
solo las dos premisas de “ a Dios y al prójimo como a tí mismo” para
fundamentar tantas renuncias y que a la vista de los demás sean suficientes y
justificativas que si no las críticas se comerían las razones.El valor de la
entrega, el otro antes que yo, la colectividad, los desamparados, los
desheredados de todas las sociedades, los pobres de corazón y de asistencias,
los maltratados, toda esa especie de molestos
para los poderes son protagonistas en la puesta en escena de los
ínclitos y arriesgados misioneros.
Quedan
por esos mundos dando vueltas a las esperanzas y contrarrestando la falta de
libertad con un trabajo ímprobo y malentendido, escaso de eco, solo
valorable desde la fe. Quedan, por bien
para todos, escondidos por selvas anónimas sin esperar que una mano grande les
rescate, sin entender que aquí las cosas tengan tintes tan grotescos e incluso
sin plantearse la idoneidad de su misión porque a veces se les lleva culturas
que perjudican. Entonces surge la duda sobre el cometido. ¿ Para qué me
necesitan?, ¿para qué necesitan lo que les traigo?. Menos mal que se enganchan a la tierra y a las miserias y
destierran moldes de comodidad. En todo caso me quedo y me enriquezco. Tú no
eres la misión, son ellos; tú eres el misionero, se te presuponen la valentía,
la fuerza, el mensaje y la ejemplaridad, quédate.
A
ellos, pastel de santidad y dulces de ángeles, si tienen.
Conseguirán ganar un cielo que es para todos pero habrán epilogado la sangre
con una señal de cruz y testimoniado el sentido de un Cristo viñador, hasta
enloquecer por llegar a las cosas pequeñas desde la humildad.Cada día será un
triunfo nuevo, una meta cubierta, una consigna más. Clérigo , seglar o monja
echan bondades por cualquier hemisferio
haciendo un dios solidario de carne de hombre incluso con vanidades y
errores de hombre pero con amparo divino.A ellos, con la envidia del no poder
llegar, prestamos esta atención provinciana como si de un empuje o apoyo se
tratara, como una oración periodística.
Ramón Llanes
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