Estuvimos juntos larga eternidad, sobrados de mimbres para sostenernos en la misma luz, crecimos sin sabernos, nos bebimos la vida en un sorbo lírico, anduvimos las trochas del oleaje esperándonos en la orilla, me reinaste la inspiración siempre que la señora de plata llamaba a versos, nos veremos en la complicidad del tiempo, con menos canciones, con el alma quieta.
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