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he perdido la cuenta A estas alturas no tengo sastre ni bicicleta, he perdido la cuenta de mis furias, me muevo en un mundo que no es mío y me enredo en los versos como si fueran telas de araña o laberintos. Ella y yo, somos pequeñas libélulas de estío que alumbran sin aparecer, somos ocupas sin alquiler ni rastro, miembros del pasado que se mantienen lógicos a pesar de la precariedad de la esperanza. Ella y yo, somos cualquier diadema, charco o gubia o cualquier intención con orden por merecer la bonhomía perseguida.
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