PARA GUARDAR
La memoria conserva ese
punto de utilidad imprescindible para que las cosas sean actuales en cualquier
momento aunque hubieren sucedido más allá de una eternidad. Sus facultades son
ilimitadas. La voluntad sin embargo no interviene en la asignación de las
neuronas donde guardar las cosas ni en la idoneidad de hacerlo, es la memoria
que con carácter aleatorio y a capricho reserva aquello que le interesa. La
consciencia tiene poco poder en los estamentos de la memoria pero sabe rescatar
los recuerdos, conoce de su valor, le hacen disfrutar, le vivifican el
presente.
¡Cuánto se quiso guardar
que se fuera al olvido y cuánto se quiso olvidar que se grabara para siempre!,
son cuestiones no resueltas por el entramado tan complejo de la capacidad de memoria
del ser humano que no entiende de la grandeza de la conservación de los hechos.
Solo porque conforma el futuro con una amplitud más extensa, dicen. Es ahora
cuando la inteligencia dotará con sus recursos de cualidad impulsora a fin de
determinar el guardado de lo sutil o lo excelente, y con la misma finalidad
desechar lo nimio o vulgar. Luego ¿se lastimarán los recuerdos cuando se vean
solos los agradables conservados y destruidos los de menor valor?, ¿se
producirá esa confrontación entre ellos o prescindirán de conatos que dañen?.
Ellos allá, nosotros, mientras, a obtener vivencias de mérito para el glotón
saco de la memoria.
Ramón Llanes
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