Pudo la avaricia a la memez en trance viejo, con resuello y buche se le fue la mano al suelo para no darse, para coger, robar espejos por apoderarse del placer de algo nuevo en sus colecciones de tener todo lo ajeno. A este no se puede convencer de lo que pienso: que somos la vida sin saber lo que tenemos.
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