ALICANTINA
Quienes son de edad ya avanzada y han ocupado gran parte
de su tiempo en las amables laderas del Andévalo recordarán esta expresión popular
de “fulana tiene mucha alicantina”; y la referencia a este raro vocablo
surgía cuando cualquiera se presentaba en la barbería, el mercado, la taberna o
la farmacia con un fácil desparpajo, una insistente conversación y una idea
fija y astuta en el intento de engañar a alguien. Tal era el protocolo habitual
que descubría a este tipo de personajes, ya fuera Pepa o Basilio, que pululaban
en los contornos abiertos de la vida por aquellos anchos andurriales. Las
personas con alicantina determinaban una venta, un trueque o una treta con el
empleo de su palabrería y gozaban de cierta comprensión y respeto aunque por la
espalda se le estuviera tachando de mentirosa. Así se me vienen hoy a la
memoria estas ambrosías del lenguaje porque ya hace mucho que se extinguiera y
no me apetece que siga esa corriente de la pérdida porque bello o absurdo forma
parte de nuestro patrimonio con todo derecho.
Ramón
Llanes. 21.11.2024
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