EL PASO DE LAS LUCES.
Estaba a punto de ser lunes
en aquel domingo por la tarde
que fuera después de un sábado tardío,
que llenaba de piedras
el paso de las luces que se iban.
Era como estar cercando la sabiduría del placer
y llegaron los focos enfilando los labios,
el esplendor de un tiempo de ardores,
llenando los cristales de claridad indeseada.
Dije que nos iluminaba la noche,
dijiste que si la luz se volvía,
que la luz se torcía,
que la luz se tornaba
y oíste que empezaba otra vez la sombra
para gemirle a la noche.
Ramón Llanes
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