RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 25 de noviembre de 2024

HORAS MUERTAS

 HORAS MUERTAS

 

 

         El tiempo, ese prodigio de la vida, criba toda memoria; el tiempo es el dueño de la anarquía y de la soledad. Las horas le transitan y le miden las distancias, siempre ajenas a la libertad y al acomodo; las horas nunca bostezan ni se retrasan ni se quejan, cumplen con el devenir en un absoluto silencio. Están vivas hasta que una exigua pereza dominadora las hace muertas para conformar idiosincrasias del ocio.

         Horas muertas en los entornos de las tardes del estío, como rito y adoración  a las dolencias del sopor que alientan la apatía y convierten en inocuas las esperas hasta que al sol se le ocurre desenfrenarse y colaborar en la inercia para rumiar la actividad y desadormecer los músculos, tan ineptos en las sombras, tan placenteros en el sosiego. Parece que todas las horas son muertas en momentos determinados, que el tiempo se ha dormido y los solícitos humanos dejan de actuar al compás exigido, ajenos a la importancia de la escena y cansados de dedicarse a solventarles el bienestar a unos pocos, tan tardíos en despertar y tan calmos en el vivir.

         Dicen los mayores que las horas son para el confort, para domesticar los fracasos y distinguir mejor lo soñado de lo real. Las horas -supongo- intervienen en los ciclos y los hacen extensos o cortos, los desafían, los deterioran o los dignifican.

         Yo no sé de las horas muertas más de lo vivido. Sé que intento huirlas aunque no con desespero; sé que la farándula de este circo viviente se alía con excesivo apego a su culto y las conciencias no resaltan precisamente por el descubrimiento de nuevos caminos y los modelos ejemplarizantes no se insisten hacia el bienestar colectivo; y dicen los mayores -que saben mucho de esto- que las horas muertas duermen amargamente a las memorias y fortifican el desconsuelo pero que ellas mismas tienen su mágico antídoto para fundirlas en tiempos de ajetreo apretando un solo botón de la voluntad.


Ramón Llanes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario