LA VIDA POR AQUÍ
Era de mañana aun y la vida ya
estaba rebelde, los focos, las farolas, las luces del salón y hasta las
luciérnagas se apagaron con una protesta real, como demandando afectos, ¡qué
sabrán las claridades de afectos!; me pareció una metáfora encontrar al amigo
poeta Juan Cobos Wilkins sentado a la sombra cálida de la fuente que el jardín
de Casa Colón custodia como si fuera una fuente; me senté y hablamos del apagón
un rato y de cómo subir los dieciséis pisos que debía superar para llegar al
pestillo de su puerta, de cómo podría hacerse de cuatro en cuatro, un descanso,
un poquito de agua, otros cuatro más, así hasta su cercano infinito, que allí
le esperaban sus nubes de compañía. Nos dio por intentar comprar el pan pero la
entrada de cristal solo se accionaba por el resorte eléctrico y no tuvimos el
éxito de conseguirlo, nos separamos sin una despedida ni un susto pensando en
quienes se quedaran encerrados en los ascensores y decidimos simular que la
vida por aquí es así de amable incluso sin luz artificial. Y te pregunto, amigo
Juan, si te fue gloriosa o perversa la subida, con un abrazo.
Ramón
Llanes. 29.4.2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario