Me
cuenta el recuerdo
que llovía anoche mientras nos
olvidábamos,
que llovía sin dañar la silueta
del estío, aún presente; llovía
por obligación.
La tormenta en su crecida
me rompió el sueño
y de rayos, de tantos rayos,
los árboles
parecían sombras blancas,
las nubes jabón de aceite
y las hormigas plaga de
citrato.
En do mayor sonaba el recuerdo
alejándose sin preguntar
el dolor dejado,
los cristales rotos, la espera
sin luz
y el contorno del labio seco,
sonaba el recuerdo
como suenan las cosas
a la costumbre del retal de un beso
perdido en el insomnio
de la primera noche de otoño,
cuando me contó el recuerdo
que te abrazaba.
Ramón Llanes.
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