HADO DE LA BOHEMIA
Llegó a la calle despojado de tiempo, se descalzó de vida y de zapatos, miró sus cuerdas cálidas como si estuviera adorándolas y se limitó a acariciar la mañana en un signo único de musicalidad; en ese momento desaprendió la compostura del protocolo de agradar, tocó en un lugar de la vieja Onuba donde los paseantes miraban absortos a tan extraño bohemio que parecía haber salido del último invento de la brisa; su banda sonora pudieran ser los arpegios flamencos que emitía con la timidez de un aprendiz pero con la virtuosidad de un domador de temples. Me habló de su mundo, de su paso por la Universidad hasta finalizar sus estudios de Historia, del medio mundo que lleva recorrido con la guitarra, de la generosidad de las gentes; y me dijo que ama la calle porque es el mayor escenario de la vida. Se llama Sebastián, es de Villanueva de Las Cruces, entiende cómo ponerle encanto a sus derechos de humanidad y ya figura en mi libro de afectos con suma excelencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario