Fuere que no
sondeamos el acuífero correcto, fuere que no supimos
pignorar el amor o fuere que éramos
libélulas jugando a humanos para descifrar qué
se esconde en la caricia, nos dejó cierto la
tarea que eso
era todo. Nos caducó la
esperanza, a saber por cuántos agujeros de
cansancios, por cuántos excesos.
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