LOS HIJOS QUE NO TUVIMOS
Nos habíamos propuesto dejar una descendencia numerosa; ella tuvo siempre cualidades genéticas de una plenitud procreadora sublime, toda la familia lo atestiguó en vida, doce hermanos por un lado y nueve por otro conformaron el elenco de sus progenitores; yo no fui menos, mi padre tuvo ocho hermanas y mi madre seis hermanos; nuestra ilusión puso el resto, tanto que supuso una especie de antídoto para los deseados embarazos que nunca llegaron. Tenemos veinticuatro sobrinos y cada uno de ellos nos trae a casa su pequeño problema y sus grandes afectos. Y parecemos felices.
Ramón Llanes
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