UN DÍA DE PAZ EN CORTELAZOR
Huele a tomiza la tarde,
a tana de invierno, a sombra,
a helecho cuando te nombra
el sentimiento que arde.
Me huele al azor tu aire,
al viejo encinar que honra
la sabia emoción que cabe
en los tomillos que sobran
y en el camino que sabe
de caminantes y horas.
El pueblo huele a personas,
a solemnidad y a baile,
huele a consejo de madre
y al silencio que las formas
hacen en los despertares.
A Paz me huelen las rosas
de esta Corte que se abre
y enseña luz y verdades
al amante de estas cosas
tan inmensamente grandes
y tan dulcemente hermosas.
Ramón Llanes.
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