PRESENTACIÓN
DE POLIFONÍA DE ÁNGEL POLI
Es como si Ángel se
hubiera puesto a escribir en 1990 y hubiera acabado nunca. No en tus
pupilas, más allá. Como si hubiera empezado a descubrir un verso
en un charco qué consuelo cruzar caminos que has cruzado y
volverse poeta de pronto o un indígena de la ausencia; como si hubiera
invertido el infinito de sus tardes amorosas y se diera cuenta de ti, tu
piel entonces asciende al mismo son de gracia y de sentido. Como
si se hubiera encontrado con unos ojos y se hallara privilegiado en la estepa
más absurda, sé de un lugar perdido que batalla con mitos y certezas
y de aquel misterio de indelebles sueños pronunciara su discurso de
prohombre en las esquinas del mundo y evocara su palabra defiendo con
silencio lo que predico, no en tus pupilas, más allá. Y luego el
grito pálido de otra evocación para señorearse en la humildad de su cristal
humilde mi torre de marfil ni es torre ni marfil, solo una choza de donde
salvo más que en mar abierto, y no se quejara de ser un
náufrago, un redimido o un preso de olas que anduviera buscando las orillas de
la otra parte de la libertad, no en tus pupilas, más allá, diría,
cantaría, vocearía por las tempranas enredaderas de sus tranquilidades.
Es como si Ángel nunca
hubiera escrito un poema, como si no supiera qué es un verso y se creyera que
una metáfora es un sobre lleno de letras y como si no supiera qué nombre
ponerle al día y se encontrara con que a la distancia de trescientos
metros una mujer se acerca, y lloraran juntos o amaran cada cual por su
soneto y sellaran con algo de lejanía el deseo de un abrazo, suena la voz
y voy a su encuentro, una rapsodia pisoteada en un baile de hormigas
donde recitaba el poeta y
el recordar que es tanto posible como puede la hormiga diez veces con el
peso de su cuerpo y la más pequeña lombriz se mueve fuera de escena
advirtiendo no en tus pupilas, más allá; y se haya humedecido
tanto la voz de Ángel que solo quede un reguero de los versos menos rotos que
olvidaran las pisadas en el baile y oliera de nuevo como si apareciera un
místico con bigote que pretendiera saber escribir a los idos y a los eróticos y
vieran los siglos que la Onuba vieja, tan calada de humos y tan estrecha de
trenes, gozara de un andante Baudelaire, misántropo como el gemido de una
garza, insistente como la llovizna e intrépido como un verano, un paseante de
bulevares que no existen, llevando siempre en la cabeza un poema, en el
bolsillo una carta, en la sombra un libro; ese Ángel que no ha desaprovechado
presentar sus versos a concursos de otros universos distintos de este de acá y
ganarlos, que puede enseñar cómo es de tímido el pudor, cómo de cercano su
tránsito y cómo solo tiene veinte palabras para pronunciarlas y un millón de
hipérboles para arropar sus versos. Ese Ángel, que entiende su libertad como un
cuaderno. A ese me refiero, a ese que un día escribió a tono con su estadio de
armonía: no en tus pupilas, más allá.
Ramón Llanes. 25
enero 2024 en 1900 Company Bar.
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