TIEMPO DE MORAL.
Tiene el tiempo en la vida una fascinante influencia; declina su deber
a un lado u otro, cuando los acontecimientos que suceden en el calendario se
acreditan, para restablecer la ilusión o acaso solo la inquietud. Ahora es tiempo
de moral, siempre es tiempo de moral, de moral entendida como ética,
conciencia, deontología, norma o costumbre disciplinada. De esa moral que justifica y acepta la honradez,
la decencia y la integridad como conceptos imprescindibles para la convivencia,
sea cual sea la inclinación religiosa del individuo. El tiempo de moral que no
caduca en esta semana, ni tiene compromisos a largo plazo para convertirse en
más flexible.
Entrando en lo poético hasta una mirada ha de ser ética, le otorga
limpieza y dignidad; la ética de un beso, la moral de un sentimiento. Todo
pertenece al fuero interno y se expresa con manifestaciones humanas que
aciertan o yerran calificando de una u otra manera a quien las describe. Moral
y ética no tienen la misma significación gramatical pero son vías paralelas en
el comportamiento y tan necesarias como idóneas, adecuadas, fértiles y
fructíferas para cualquier sociedad.
Existen los principios que inspiran el desenvolvimiento del ser. Existe
la virtuosidad para el empleo de dichos principios. La ética como rigor, como
lealtad, como bondad, como rectitud, como medio de acercamiento y de mejora,
como parte íntima que refleja el estado a los demás, como delicadeza.
Ramón Llanes.
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