HEDONISMO.
En una avenida golosa de paz y calores, anoche, sonaron
mil tonos de sevillanas porque el tiempo concede compás en esta fecha para este
acontecimiento. Es cierto que las sevillanas son el cante típico de la época.
También anoche en la misma avenida golosa de paz y calores, las paredes
soportaban los carteles que anuncian los perfiles de los candidatos a las
próximas elecciones. En la misma avenida golosa de paz y calores se percibían
las fragancias de la primavera en un esplendor espiritual y exuberante. De
igual manera pudimos sentir el gusto por
una copa de vino hecha en el frescor de una jarra y degustar una sabrosa tapa
de jamón con sello inequívoco de la tierra. Y fue allí mismo, avenida de paz y calores
donde la amistad se me abrazó hasta ocupar completo el sentimiento.
Anoche, sin ir más lejos, tuve a mano un compendio
de sensualidad. Mi vista, mi olfato, mi tacto, mi oído y mi gusto se hicieron
presentes en una avenida golosa de paz y calores. Por si algo pudiera faltar,
pensé en el amor que nos tenemos y , como si estuvieras a mi lado, compartímos
el beso, mientras el candidato del partido TAL, nos miraba sonriente
pidiéndonos un voto a cambio de todo.
Pero oíamos el cante por sevillanas de los grupos,
paladeábamos la copa y el jamón, teníamos las gentes a la par y toda la noche
era preludio de luna llena, un fangal de sensaciones.
Nada fue necesario inventar, todo estaba allí,
conspirando en la realidad de las sensualidades para que un hombre y una mujer
se engancharan en el pensamiento a través de los sentidos. Nada fue obligatorio
inventar y aún ahora, el hombre del cartel sigue mirándonos, mantenemos el
gusto del jamón, recordamos los olores de las flores del parque, el abrazo del
amigo y nuestro compartimento personal vuelve a solicitarnos un beso en aquella
avenida golosa de paz y calores.
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