PRESENTACIÓN DEL LIBRO
RELATOS PARA LA TORTURA DE UN ABANDONADO
DOMÉSTICO
DE JOSÉ ACEVEDO.
Comparecemos
a este foro de cultura a fin de hacer honor a la presentación del libro de José
Acevedo RELATOS PARA LA TORTURA DE UN ABANDONADO DOMÉSTICO, editado por
Ediciones Carena. Para publicitar este acto, que tiene más importancia que
todos los que puedan hoy celebrarse en Huelva, llamé a cuantos amigos me cursan
la convivencia; invité a cuantos forman mi catálogo de Facebook, envié correos
por el doquier de las paredes de esta nuestra provincia tan culta e hice lo
mismo en el boca a boca diario, más que invitando casi obligando a los míos a
que comparecieran a este remanso para escuchar relatos de alguien distinto. Lo
hice, créanme, porque me gusta que a los libros se les arrope cuando nacen y
porque a los buenos libros hay que quererlos desde que nacen, por eso lo hice.
El resultado ya lo ven. Estáis quienes merecéis estar, quienes habéis echado el
freno a la tarde para evitar un olvido, quienes tenéis algo más que curiosidad
por el autor y quienes andáis siempre preocupados por todo lo que en páginas se
mueve por esta Onuba nuestra. Bienvenidos y a buen seguro que luego me lo
agradeceréis. Me alegra que estéis aquí. Gracias.
Diré
de la Editorial Carena que presenta cuidadas ediciones de los libros que escoge
y que tiene una también cuidada distribución. Y diré que atreverse a editar en
estos tiempos es casi tan osado como vender helados en invierno en Islandia.
Pero ahí está, pendiente de que vosotros con vuestra actitud de avidez de
lectura le dediquéis la salvedad de la compra y merezca un aplauso haber venido
a Huelva a traer libros bellos bajo el brazo y extenderlos desde sol a poniente
con la cualidad de los románticos y la ingenuidad de quienes llevan verdad por
los caminos. Sea pues que el libro vuele de la mesa de venta a las manos de los
adquirentes, sin magia, solo a cambio de los pocos euros que separan a una de
las otras.
Diré
del autor que me pasó tan igual como con Alberti, Neruda, Borges, Cervantes,
Góngora, Lope o León Felipe, que antes que conocerlo a él, a ellos, conocí su
obra. Estos autores de mi culto hacen de aliados conmigo y como si se tratara
de presentar a uno de ellos diré, con la misma emoción, todo cuanto sé de José
Acevedo.
Y
como un ser humano de prestancia singular ha nacido, ha crecido, ha creado, se
ha reproducido y ha vivido y vive en este mundo de literatos emergidos del Sur
que tantos entusiasmos llevan para transmitir. Diré que reside en Jerez aunque
nació en Sevilla pero que se ha movido emocionalmente mucho tiempo por Huelva y
que ésta le ha dejado la huella que le faltaba para seguir siendo
imperfectamente soñador o querencioso o cálido o rebelde. Se guardaba los
versos por el pudor y un día se engalanó de combate y salió a la esfera de lo
público con aquellas “Visiones atormentadas” y no crean que es en sí un
tormento porque use a menudo dicho vocablo, es un ser normal, lo podrán
observar. Luego se anima o lo animan a meterse de lleno en esta farándula y
publica poemas y relatos. Y luego letras de canciones, también traduce novelas
de autores franceses, hasta llegar al día de hoy. Casi no sé más de él, ya les
dije que he conocido su obra antes que su cara, pero eso importa lo menos para
descifrar en unas palabras el contenido de su capacidad.
Relatos
para la tortura de un abandonado doméstico, no es el
drama que esperan ni la comedia que parece. Es un libro serio y escrito con
riesgo y valentía. El riesgo lo lleva en la forma, porque el autor no hace
concesiones líricas ni bucólicas que puedan apartarle de la historia que quiere
contar (acaso solo una leve referencia en el último relato), se ciñe al propio
trato que hace con la disciplina suya y se encamina al barbecho de lo ignoto
para que el lector, dentro de su capacidad interpretativa, no pueda sacar
mensaje distinto al que el autor pretende. Es un juego personal del autor con
la soledad y de la soledad con el autor, que no se descubre ni siquiera después
de leer el libro. Pero es también –más que un desahogo, como él dice- un pulso
premeditado a la inconsciencia. El autor está en todos los relatos sin que ello
suponga que se trata de una autobiografía, sin que ello signifique que aprueba
las actitudes de los personajes. Están escritos para desordenar sistemas, para
desenfocar luces, para deshacer comportamientos e incluso para aclarar éticas.
Cada
relato viene precedido de una cita de otro cualquier autor. La cita no es el
resumen del relato pero les aconsejo que la lean antes de leer el relato y
vuelvan a leerla después de leer el relato, comprenderán el “por qué” de este
juego. En los once relatos existen denominadores comunes de conceptos y de
formas. El hombre inventado convierte la vida de las historias en vidas propias
porque al final formarán parte de su patrimonio monologuista que irá
repartiendo con altivez por los círculos a donde sea invitado. Es cierto que
este libro es un patrimonio o la primera parte de un patrimonio personal
orgullosamente diseñado para el disfrute de autor y lectores pero es también un
cuaderno de conspiraciones capaz de hollar menesteres y desengaños.
El
primero de los relatos, Querida Verónica, es la sorpresa de lo imposible
formado en la posibilidad de los sucesos que se manejan desde la sutilidad de
un rompecabezas que desentraña la veracidad de todo cuanto puede acaecer. Su
fondo trae causa de impotencia y a la vez de aseguramiento del amor. Es una
historia de encuentros y desencuentros, de nudos en la garganta, de ensoñaciones,
de celos, de misterios, de miedos. “Fíjate, -dijo- incluso se me llegó a pasar
por la cabeza, en un momento determinado de la noche, que aquella otra eras
realmente tú”. Les gustará.
La
Traición, el segundo relato, también trae una historia perdida, sorprendente,
casi sin ángulo para diseccionar el antojo del lector. Me he preguntado qué
habrá querido decirnos, qué moraleja, qué mensaje. Nada o todo; puede que
conduzca al conflicto de las relaciones o a la miseria de los hombres o la
comunicación para la continuidad entre este y los demás relatos, porque todos
forman un cuerpo, en cadena. No es posible quitar uno de ellos sin herir al
libro.
Fíjense en la portada, es la sombra alargada
de un hombre que aparece quieto, esperando algo, sentado, borroso, desconocido,
abstracto. Así es toda la obra y esa es su mejor cualidad. Porque caben
preguntas pero quizá ya no quepan respuestas, están todas dichas. Consigue la
obra irritar, mas nunca emocionar, no ha venido a emocionar, no es su
pretensión, se aleja de la emoción como se aleja del romanticismo o de la alegría pero no
se aleja de la soledad, es su propósito.
Después
viene La muerte y la doncella, un relato espeluznante, desde donde extrae el
autor los vicios y las consecuencias de la deslealtad hasta llegar al término
último de la vida. Es una delicia leerla, dentro de los cánones de la
narrativa, porque está bien forjada, bien ensamblada y con maestría de buen
escritor.
Todos
los demás relatos –no me parece que deba significar cada uno de ellos- contienen
ese duende de los escritores del sur que hacen que las palabras se vayan
poniendo solas y no tengan que inventarse. Y a medida que se avanza se va
encontrando la respuesta al título de la obra, incluso algún psicólogo podría
hacer un diagnóstico casi perfecto tanto de los personajes como del autor, una
vez leída la obra. Ciertamente es un desnudo integral del autor que no ha
dejado sábanas encima ni ropa puesta, se ha desabrochado el alma con tanta
naturalidad como rabia y ha escrito quizá con saliva de mar todo su columnario
de desechos. Parecerá que ha olvidado la belleza, que no ha cuidado la estética
en esta composición pero no es cierto, el cuido también es transparente lo
verán en los diálogos, en las páginas sin puntos y aparte y los fondos. Está
también dotada la obra de una estética extraña que la hace dulce y digestiva.
Cuando
leí el título pensé que le presidiría el humor, que sería el humor su clave en
el contexto y al leer Querida Verónica, el primer relato, me defraudó que así
no fuera, porque no está escrita en un tono de humor dinámico ni carcajoso pero
posee el encanto del humor socarrón y sarcástico en levedad y timidez como para
despertar sus no pocas garantías de obra interesante, sin ser cómica.
Y
diré que he disfrutado desenvolviéndome por el mundo tan real tan real de este
autor al que he conocido unos días después de conocer su obra.
Un
placer.
Ramón
Llanes, Huelva, 8.4.14
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