Ahora,
de pronto, no me importa el miedo
ni
la luz que descarga su agonía en el agua
ni
morir sintiéndome nacido.
Ahora,
de rabia, no me importa el grito
ni
haber conspirado en una guerra contra mí
ni
ser el destructor de la moneda.
Ahora,
de soberbio, no me importa el mundo
ni
la última canción que bailé con un beso
ni
la ropa que le han puesto a los dioses falseados.
Ahora,
de guasa, no me importa el humor
ni
el amor que desaparece sin tenerlo
ni
ahogarme en la bañera.
Ahora,
de avaro, no me importa que no se lea este poema
ni
me importa cerrar la puerta para no gastar mi aire
ni
salir a buscarte para alegrar mi olvido.
Ahora,
de memo, no me importa escribir sin mirarte
ni
volverme loco para que me entiendan
ni
desear que me traigan una piedra dormida.
Ahora,
de poeta, lo único que me importa
es
encenderle una sombra a los vencejos.
Ramón Llanes.
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