Enredos
Hacer en verano un análisis imparcial sobre la actual situación política
del país puede resultar apasionante o enredoso y quizá ni uno ni otro adjetivo convengan comprometerlos para tan rancio menester; huiremos de
dichos tópicos. El cocedero político es alarmantemente llamativo en todas
las esferas. Cada palabra del ejecutivo o cada interpretación, por ellos, de la
realidad, es acusada por los ciudadanos como una bala directa al bienestar,
provista de inconsideraciones inimaginables. Aquella noble función de gobernar, al faltar la imaginación -amén de otros ingredientes imprescindibles
para la tarea-, se ha convertido en un enredo de vocablos más cercanos a la
demagogia que a la ética.
Incluso aunque Rajoy tuviera razón, cuando ello ocurriera y comenzara a
tener vigencia en la sociedad, se habrá llevado por delante un mundo estructurado que acaso solo necesitara de capacidad imaginativa para retocar los
cuatro desafueros del engranaje. Gobernar en contra de la opinión de todos,
del sistema y de los ciudadanos, es validarse como enemigo del elector.
Dicen del Presidente -lo habrán oído más de una vez-, que llegó al cargo
exento de ambición lucrativa personal, que ya gozaba de su excelente remuneración como Registrador en Santa Pola y que está en el ejecutivo perdiendo dinero. Esto no lo debe utilizar un político si es verdad y mucho menos si
es mentira, porque es una manera burda de usar privilegiada presión sobre
sus no aliados, a fin de aparecer como bondadoso y eludir debates de mayor
calado. Con argumentos así no se permite gobernar un país con problemas.
El verano nos da para pensar que estamos mermados de derechos, sin
soluciones económicas, sin mandatarios eficientes capaces de resolver
las exigencias que demanda la sociedad, hartos de enredos, comidos por
las enormes tasas de desempleo, exactamente lo opuesto a las necesidades actuales y a los criterios de los expertos en macroeconomía.
Este hombre no tiene agallas ni capacidad para conducirnos, su
equipo padece el mismo mal que todos los gobiernos de derecha, aquello del "tú o yo", y el sistema se tambalea hacia el peor lado, de ahí que
le propongamos al Presidente, con educación, que se haga un hueco en
Santa Pola, se dedique a aumentar lícitamente su patrimonio y no vuelva a meternos en más líos. Más le valdrá.
11 Agosto 2013
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