CULTO AL OCASO.
De
esos atardeceres sometidos a un tiempo
surgen
los límpidos ocasos,
de
esos que remedian
no
se sabe cuántas locuras.
Mirábamos
el sol correr
por
las llanuras de la mar,
aterido
de cansancio,
sin
prisa ni ganas de llegada,
sin
agonía escrita ni parsimonia flemática;
mirábamos
las últimas tendencias de la tarde,
eran
miradas de culto
que
no emitían más que sorpresas de admiración
por
tanta belleza
y
mirábamos los minúsculos riscos
de
la playa defenderse de la primera oscuridad
y
hasta nos mirábamos nosotros
desde
el placer.
Ramón
Llanes. Otoño 2018.
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