LA RADIO
Todos los tiempos son de radio. Aquellos
que llenaban huecos y silencios en las noches oscuras del hogar cuando los
pueblos se debatían entre la soledad y la indigencia. La
radio, allí, ponía una brújula de
entusiasmo y animaba los horizontes para los tantos habitantes que percibían el
sonido desbordante de la radio como un aguijón para continuar hacia el futuro.
Aquellos tiempos de novedades en política, arte, desengaños, sucesos, avances y
coplas, la radio era el acople perfecto entre la distancia y la cultura. Los tiempos
de ahora donde la radio trae la noticia desde los confines para satisfacción
del oyente en su saber o en su morbo.
Es lo cierto que esta manera de
expresión que es la radio ocupa un zaguán grande de nuestras vidas y la
necesitamos porque somos intrépidos, curiosos y perversos; y porque nos
preciamos ante los demás de ser los primeros en comentar las noticias.
Desde el don de la radio, con el pulso
en este tiempo, manda el emisario de hoy el culto por este medio para, si cabe,
pueda ser compartido por el oyente para así asegurarnos de su constante eficacia.
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