NOMBRES
Fue solo un recorrido imaginario, buscando sorpresas o contrastes,
divagando entre la insolencia y el error, me resultó gratísimo, estimulante y
provechoso. Allí estaba la cárcel, un centro penitenciario nuevo y bien dotado,
más de quinientas personas lo ocupaban, esto fue lo lógico. Pensé todas las
cosas, todo lo que alcanza un pensamiento en una tarde cualquiera, luego, entre
cálculos y rótulos, advertí que este centro para “guardados” se encuentra en la
avenida de la libertad ochenta y dos, paradoja. Manzanas después, calle de la
luz, completamente oscura, con balcones taponados por los pisos de enfrente,
con la estrechez propia de las grandes ciudades, con el desencanto de más de
los cuarenta vecinos que se adaptan posiblemente sin vivirla. Busqué el buzón
treinta y dos de la
escalera B , allí figuraba un nombre, Modesto Trincón, un ser
inimaginable pero real.
Descubrí la
calle Salsipuedes , me pregunté si era broma y no fui capaz de
salir sin dar la vuelta por el mismo camino. Atravesé los propósitos del
contraste, ahora, avenida de la azucena que llenaba su contenido de asfalto y
adoquines, ni una flor; aquella otra, avenida del mar, en una ciudad de
interior o paseo de los tristes, donde faltaban
llantos y desolaciones.
No me cansé de comprobar las tantas perspectivas de nuestra
imaginación.
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