Noviembre.
Con
este olor a fuego, con la tardanza
de
las músicas, el enjuague de las hojas,
te
diré mujer,
los
ojos han quedado en la aduana de la tarde
sin
querer cerrarse, sin pestañas,
con
este olor a frío, con las amígdalas enrojecidas
de
llamarte, con la sopa en el músculo,
te
diré, mujer,
las
rosas del jardín tienen miedo a noviembre,
miedo
al rodar de las máquinas que apartan de la tierra
los
pies y cortan los caprichos,
tu
haz con miedo al arcoiris de otros,
tu
sofoco con miedo al freno que no entiendes,
tu
libertad con miedo al beso,
te
diré,
te
diré, mujer,
con
este vicio de atardeceres no tiene premio el día,
agasajo
la mañana, fulgor el señor de las claridades,
ni
siquiera acomodo mi huella,
con
este plástico en los labios
no
se pueden decir los pensamientos,
no
la voz, ni predecirse el futuro que haya,
te
diré,
los
suelos están soportando escarchas,
con
este puente que desune besos,
el
trueno, aún en noviembre, tiene miedo a la tormenta,
nosotros,
te diré mujer,
tenemos
miedo de tener miedo,
miedo
al silencio de tenernos,
con
este sopor de ingles y convulsiones.
Algo
se pierde por la borda de noviembre,
como
antaño,
algo
viejo cuelga en el alambre,
algo
se entristece con este talismán de pelusas
que
no llega, que jamás nos hace llegar
de
pleno a la boca,
miedo
al plástico, a la soledad, al bulto,
al
viaje, a la despedida, al encuentro,
miedo,
te
diré mujer,
a
que los ojos tengan sitio
en
el pensamiento y noviembre en curso
suspenda
el protocolo de migas,
toree
al miedo, venza y socorra a la tarde que pedimos,
te
diré mujer,
con
esta manta de niebla
no
llegaremos al estío, no tendremos pan que soporte
el
miedo al encuentro,
ni
sabia compostura, ni aledaños de cipreses,
con
este paso no avanzamos hacia el mediodía,
no
sorprendemos a las voces que nos echen,
no
descansaremos y será imposible culminar la cima,
con
este precio no pagamos
al
crepúsculo para que limite nuestra espera,
ni
el miedo será capaz de respetarnos.
No
es tiempo, mujer, de perderse, de vagar con lo puesto,
ni
tiempo de cerrar, ni de trabas,
ni
tiempo, mujer,
de
cansarnos en el jardín
donde
la escarcha ocupa el color de las rosas,
con
este noviembre de plástico y tozudez
inventado
once veces en la memoria
y
portal de las nieves,
no
es tiempo, mujer, de tirar el amor
a
la deriva de noviembre.
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