CONVULSA REALIDAD
No basta seguir soñando con desear un mundo mejor y una realidad más amable, se nos caen de golpe los andamios cuando apenas comenzamos a apuntalar la vida; alguna vez de nuestra existencia parece que elegimos la convulsión como remedio, la guerra, la catástrofe, el fuego, incluso damos la sensación de provocar terremotos para destruir mundos y creamos virus para eliminar personas y luego nos limitamos a culpar a los poderosos y a lanzar palabras solidarias con las mujeres de Afganistán y con los pobres de Haití; en verdad no podemos ni sabemos hacer otra cosa, ni siquiera ayudar a sofocar el fuego de Castro Marín o Gredos, nos hemos quedado en la bonanza de continuar en el bienestar y esperar que todo se arregle. Es mal asunto observar cómo la realidad se agita y cómo somos incapaces de reaccionar contemplando el acontecer que poco a poco nos ahoga. Y no sé si esto es real o producto de un reflejo negativo de mi rabia ni tengo a mano un pequeño consejo para compartirlo contigo que me leerás tan sorprendido como yo.
Ramón Llanes. 17 agosto 2021.
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