Y no llovió y se quedó el viento llenando de más humo nuestra espera y no nos vino dios con su escalera a apagarnos los fuegos y lamentos y amaneció de nuevo la quimera como quien viene sabio desde fuera a decir que no es tanto el sufrimiento, que los sitios angostos que se queman no son de valor en este esquema de futuros, presentes o recuerdos. Nosotros los dolientes de la afrenta que amamos la grandeza de esta tierra, desde siempre, señora, lo sabemos.
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