LUZ
De existir un jefe de la tribu a modo de dios u hombre decente, expulsaría del templo de las juntas generales de accionistas de las eléctricas a los sátrapas mercaderes que negocian con las carencias de los humanos y se embolsan un beneficio irreal que de escarnio y alevosía sirve a los fieles parroquianos que no a otra cosa que a medio vivir se atreven; debe imaginarse por pura deducción lógica que la luz siempre sería repartida a plena gratuidad en los esquemas de un reino justo, que todos los seres tendrían el derecho inalienable a la luz. Debe imaginarse que una democracia ha de ser lo más parecido a una perfecta arquitectura de justicia social sin desequilibrios ni modos arbitrarios permisibles capaces de perjudicar a los usuarios de la vida. Pero no ha llegado un dios libre con suficientes agallas ni la supuesta democracia ha consolidado su ciclo de ensayo y el templo de la luz sigue lleno de alimañas.
Ramón Llanes. 18 agosto 2021.
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